viernes, 31 de agosto de 2012

A BUEN JUEZ, MEJOR TESTIGO

A BUEN JUEZ, MEJOR TESTIGO

Pasó un día y otro día
un mes y otro mes pasó,
y un año pasado había,
mas de Flandes no volvía
Diego, que a Flandes partió.
Lloraba la bella Inés
oraba un mes y otro mes
su vuelta aguardando en vano,
del crucifijo a los pies
lo puso el galán su mano.
Todas las tardes venia
después de traspuesto el sol,
y a Dios llorando pedía
la vuelta del español,
y el español no volvía.
Y siempre al anochecer,
sin dueña y sin escudero,
en un manto una mujer
el campo salía a ver
al alto del Miradero.
¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!
La esperanza es de los cielos
precioso y funesto don,
pues los amantes desvelos
cambian la esperanza en celos
que abrasan el corazón.
Si es cierto lo que se espera
es un consuelo en verdad;
pero siendo una quimera,
en tan frágil realidad
quien espera desespera.
Así Inés desesperaba
sin acabar de esperar,
y su tez se marchitaba,
y su llanto se secaba
para volver a brotar.
En vano a su confesor
pidió remedio o consejo
para aliviar su dolor,
que mal se cura el amor
con las palabras de un viejo.
En vano a Iván acudía,
llorosa y desconsolada;
el padre no respondía,
que la lengua le tenía
su propia deshonra atada.
Y ambos maldicen su estrella,
callando el padre severo
y suspirando la bella,
porque nació mujer ella
y el viejo nació altanero.
Dos años al fin pasaron
en esperar y gemir,
y las guerras acabaron,
y los de Flandes tornaron
a sus tierras a vivir.
Pasó un día y otro día,
un mes y otro mes pasó,
y el tercer año corría:
Diego a Flandes se partió,
mas de Flandes no volvía.
Era una tarde serena,
doraba el sol de Occidente
del Tajo la Vega amena,
y apoyada en una almena
miraba Inés la corriente.
Iban las tranquilas olas
las riberas azotando
bajo las murallas solas,
musgo, espigas y amapolas
ligeramente doblando.
Algún olmo que escondido
creció entre la hierba blanda
sobre las aguas tendido
se reflejaba perdido
en su cristalina banda.
Y algún ruiseñor colgado
entre su fresca espesura
daba al aire embalsamado
su cántico regalado
desde la enramada oscura.
Y algun pez con cien colores,
tornasolada la escama,
saltaba a besar las flores,
que exhalan gratos olores
a las puntas de una rama.
Y allá, en el trémulo fondo,
el torreón se dibuja
como el contorno redondo
del hueco sombrío y hondo
que habita nocturna bruja.
Así la niña lloraba
el rigor de su fortuna,
y así la tarde pasaba
y al horizonte trepaba
la consoladora luna.
A lo lejos, por el llano,
en confuso remolino,
vio de hombres tropel lejano
que en pardo polvo liviano
dejan envuelto el camino.
Bajó Inés del torreón,
y llegando recelosa
a las puertas del Cambrón,
sintió latir zozobrosa
más inquieto el corazón.
Tan galán como altanero
dejó ver la escasa luz
por bajo el arco primero
un hidalgo caballero
en un caballo andaluz.
Jubón negro acuchillado,
banda azul, lazo en la hombrera
y sin pluma al diestro lado,
el sombrero derribado
tocando con la gorguera.
Bombacho gris guarnecido,
bota de ante, espuela de oro,
hierro al cinto suspendido
y a una cadena prendido
agudo cuchillo moro.
Vienen tras este jinete
sobre potros jerezanos
de lanceros hasta siete,
y en adarga y coselete
diez peones castellanos.
Asióse a su estribo Inés,
gritando: «¡Diego, eres tú!»
Y él viéndola de través,
dijo: «¡Voto a Belcebú,
que no me acuerdo quién es! »
Dio la triste un alarido
tal respuesta al escuchar,
y a poco perdió el sentido,
sin que más voz ni gemido
volviera en tierra a exhalar.
Frunciendo ambas a dos cejas
encomendóla a su gente,
diciendo: «Malditas viejas,
que a las mozas malamente
enloquecen con consejas! »
Y aplicando el capitán
a su potro las espuelas,
el rostro a Toledo dan,
y a trote cruzando van
las oscuras callejuelas.
JOSÉ ZORRILLA

miércoles, 1 de agosto de 2012

Vaivén

Vaivén
Por la tarde, ya al subir;
por la noche, ya al bajar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
¿ Es azul, tarde delante?
¿Es lila, noche detrás?
Yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Si el pájaro serio canta
que es azul su azulear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Si el mirlo liliburlero,
que es lila su lilear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Ya nieve azul a la ida,
nieve lila al retornar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.
Rafael Alberti

lunes, 9 de julio de 2012

¡¡¡Ven, dolor!!!

¡Ven, dolor!
¡Golpéame, dolor! Tu ala de cuervo
bate sobre mi frente y la azucena
de mi alma estremece, que más buena
me sentiré bajo tu golpe acerbo.

Derrámate en mi ser, ponte en mi verbo,
dilúyete en el cauce de mi vena
y arrástrame impasible a la condena
de atarme a tu cadalso como un siervo.

No tengas compasión. ¡Clava tu dardo!
De la sangre que brote yo haré un bardo
que cantará a tu dardo una elegía.
Mi alma será el cantor y tu aletazo
será el germen caído en el regazo
de la tierra en que brota mi poesía.
Alfonsina Storni

miércoles, 20 de junio de 2012

el verano

el verano
Velado por fulíginos elásticos de llamas,
con galas y atavíos y aromas turbadores,
de ignotos lares llega con áureas oriflamas,
el príncipe verano, custodiado de amores.
¡Salud, príncipe indigno, laureolado de flores,
guirnaldas y diademas os brindarán las damas,
proyectan tus pupilas fúlgidos resplandores
que a reina primavera revelan que la amas!
Al manto de celajes aéreos y movibles,
ninfáticos poemas le engalanan sus bordes,
cánticos eufónicos, bemoles indecibles,
églogas siderales, himnos indefinibles,
se mezclan en los mágicos,
quiméricos acordes,
de laúdes dorados, de reyes invisibles.
Pedro Palacios Almafuerte

jueves, 7 de junio de 2012

El Champú

El Champú

Las explosiones aún en las rocas,
los líquenes crecen
por extensión, los choques grises, concéntricos.
Se han organizado
para cumplir con los anillos alrededor de la luna, aunque
dentro de nuestros recuerdos que no han cambiado.
Y puesto que el cielo estará presente
siempre en nosotros,
que ha sido, querido amigo,
precipitado y pragmático;
y mira lo que pasa. Porque el tiempo es
nada si no se presta.
Las estrellas fugaces en su pelo negro
en la formación brillante
se están reuniendo en donde,
tan recta, tan pronto?
-Ven, déjame lavarlo en esta cuenca lata grande,
maltratada y brillante como la luna.
Elizabeth Bishop

jueves, 24 de mayo de 2012

Un supermercado en California

Un supermercado en California
¿Qué pensamientos tengo de ti esta noche, Walt Whitman, porque yo caminaba por la
calles bajo los árboles con un dolor de cabeza consciente de sí mismo mirando la luna llena.
En mi hambrienta fatiga, y la compra de imágenes, entré en el fruto de neón
soñando con tus enumeraciones!
¡Qué duraznos y qué penumbras! Familias enteras de compras por la noche! pasillos
completa de los maridos! Esposas en los aguacates, bebés en los tomates! --- Y,
García Lorca, ¿qué estabas haciendo tú allá abajo junto a las sandías?
Te vi, Walt Whitman, sin hijos, edad Grubber solitario, hurgando entre la
carnes en el refrigerador y mirando a los muchachos de las verduras.
He oído que hacer preguntas de cada uno:
¿Quién mató las chuletas de cerdo?
¿Qué precio los plátanos?
¿Eres mi ángel?
Yo entraba y salía de las pilas de brillantes de latas siguiéndote, y
perseguido en mi imaginación por el detective de la tienda.
Caminamos a grandes zancadas por los abiertos corredores juntos en nuestra cata de lujo solitario
alcachofas, poseyendo todo tipo de delicias congeladas, y nunca pasar a la cajera.
¿A dónde vamos, Walt Whitman?
Las puertas se cierran en una hora.
¿En qué dirección esta noche el punto de tu barba?
(Toco tu libro y sueño con nuestra odisea en el supermercado y me siento absurdo.)
¿Caminaremos toda la noche por las calles solitarias? Los árboles añaden sombra a
sombra, apagar las luces en las casas, vamos a estar solos.
¿Vamos a pasear soñando con la perdida América del amor azul automóviles del pasado en
caminos de acceso, el hogar de nuestra cabaña silenciosa?
¡Ah, querido padre, barba gris, solitario y viejo maestro de valor, lo que Estados Unidos hizo que
encontraste cuando Caronte salir de polarización a su barco y salió en un banco de fumar y
se quedó mirando cómo desaparecía el bote en las negras aguas del Leteo?
Allen Ginsberg

sábado, 19 de mayo de 2012

esperanza y amor


Esperanza y Amor

Durante todo el invierno la garza azul
dormía entre los caballos.
No lo sé la costumbre de las garzas,
no lo sé si el hábito solitario
es su forma,
o si lo escuchó a alguien que falta -
sin saber siquiera eso fue lo que hizo -
en el soplado sonidos en la oscuridad.
Yo sé que la esperanza es el más difícil
amor que llevamos.
durmió con su largo cuello
doblada, como una carta guardar.

 Jane Hirshfield

(La vida del Corazón)